Me entero que el profesor Béjar está bastante enfermo y que sus amigos le organizarán un homenaje en vida. Me toca escribir estas líneas. 

Conocí a Don Héctor como profesor de Maestría cuando yo regresé del extranjero y él se encontraba ya bastante retirado de ajetreos políticos y apasionamientos de los que me fui enterando estuvo imbuido durante la mayor parte de su vida. Hasta hoy lo considero el mejor profesor de ciencias sociales que haya salido de la izquierda radical, tal vez el único que ha continuado con un serio esfuerzo de actualización teórica; y aunque me da la impresión se alejó un tanto del Perú real, siempre su análisis sociológico estuvo alejado de las paranoias en la que los políticos casi siempre caemos. Luego de algunos meses de ser su estudiante tuve la oportunidad de invitarlo a un conversatorio organizado por el Comando Universitario Aprista y fue de lo más cordial y colaborador, una actitud casi impensable en el polarizado ambiente político de las ciencias sociales.

Aunque algunos se sorprendan, su libro La pobreza según los sofistas (que el propio Béjar tuvo la amabilidad de regalarme unas 10 copias) fue causa de grandes discusiones dentro del Comando Universitario Aprista por los años 2010 - 2011, y su última obra de peso, Política Social, Justicia Social, fue referencia para muchos apristas en sus primeras ediciones; aunque claro, las conclusiones terminaron siendo muy distintas luego del segundo gobierno aprista. Sin embargo, esto no fue razón nunca para que Don Héctor en algún momento trate despectivamente la posición de contrarios. Hace unos años tuve la oportunidad de atender a sus clases en una universidad privada (ya no como estudiante, sino como coordinador) frente a militares que le increpaban su pasado guerrillero, a lo que él supo responder y reconocer algunos errores, logrando establecer así un clima de mutuo respeto intelectual que siempre lo ha caracterizado. Siempre promovió el diálogo alturado y la discusión con datos, y siempre me dio la impresión que concebía a su militancia izquierdista como un amor eterno y utópico, algo que también encuentro en la vinculación de muchos apristas de su generación con el partido de Haya de la Torre.

El profesor Béjar nos ha dejado muchas lecciones a sus estudiantes de todas las canteras políticas que hoy le desean su mejoría, y estoy seguro que muchos apristas reconocemos en él un rival digno como hay cada vez menos en el Perú. Mucha fuerza, Don Héctor.