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VÍCTOR RAÚL E IDIAQUEZ

#DeBúfalos: Jorge Idiáquez

Publicado: 2015-06-16


Pocos peruanos han pasado a la historia como Jorge Idiáquez, el guardaespaldas y secretario personal de Haya de la Torre quien forjó su fama de auténtico rudo en tiempos de persecución y lucha contra las dictaduras pero que también pasó sus últimos años arrinconado por la estigmatización de la prensa fujimorista y el relevo generacional que se dio en el APRA con Alan García. ¿Qué balance podemos tener de la vida de Jorge Idiáquez? Alguien sin duda valiente y leal, pero también sectario y con fama de violentista, termina siendo un símbolo de lo que hay que recordar, pero también superar.

Idiáquez nació en 1907 en Trujillo e inicia su vida política a los 24 años en la revolución de 1932, donde miles de apristas fueron asesinados por levantarse contra la dictadura de Sánchez Cerro. Esa experiencia le marcó la vida, por lo que siempre se identificó con el famoso Manuel “El Búfalo” Barreto, y es probable que él mismo haya comenzado a fomentar el sobrenombre de “búfalo” a los apristas. En 1933 Haya de la Torre es liberado de la prisión del Panóptico e Idiáquez, quien ya tenía fama de hombre de seguridad, fue enviado para resguardarlo. En 1939 tiene su prueba de fuego cuando la dictadura de turno allana el escondite de Víctor Raúl en Barranco, por lo que tuvo que escapar a balazos; Idiáquez es herido gravemente y luego torturado, pero no reveló el escondite del líder aprista. Ese y otros actos de heroísmo le valieron la confianza absoluta de Haya de la Torre por el resto de sus días.

BÚFALO EXTREME

Cuando se retoma brevemente la democracia en 1945 Idiáquez organiza los grupos defensistas del APRA que no eran otra cosa que paramilitares que respondían directamente a él. Se sabe de buenas fuentes que Idiáquez siempre mantuvo un poder paralelo porque no se confiaba de la policía y los militares que (como efectivamente fue) siempre estaban preparando un golpe para desaparecer al APRA. De allí que cuando estalla la revolución del Callao en 1948 sea Idiáquez uno de los principales perseguidos; su sobrino Amador y su hermano Ismael mueren torturados en la cárcel para revelar los detalles de su paradero, pero el martirologio pudo más y logró escapar del país.

El retorno de Jorge Idiáquez al Perú se da con la convivencia de Prado con el aprismo en 1956, con lo que retorna también a sus actividades como efectivo organizador de brigadas de defensa y enviado personal de Haya. En 1965 Haya se encontraba gravemente enfermo y le envía a Idiáquez su testamento, en donde le pide la continuidad del movimiento . En 1972 la dictadura de Velasco lo deporta, pero regresa de forma clandestina. A la muerte de Haya en 1979 y el relevo generacional con Alan García Idiáquez y sus brigadas pierden muchísima fuerza dentro del partido, pero se refugiaron en el local de Alfonso Ugarte, donde hasta hoy varios de sus discípulos son los que controlan el acceso a los espacios.

Todos los que nos hemos interesado en la historia del APRA sabemos que Idiáquez ha tenido una gran responsabilidad en implantar el estilo de lucha que funcionaba contra las dictaduras en tiempo de democracia, una tara que hasta hoy cuesta superar a muchos seguidores de la estrella. Pero también es verdad que fue ese grupo duro de la brigada que mantuvo la fe en el APRA lo que permitió mantener viva la llama para el regreso de Alan García el 2001. La lealtad y la entrega a un partido político son valores que poco se ven en la clase política de hoy, ese finalmente es el legado de Idiáquez, y fue gracias a gente como él que se forjó la democracia en el Perú, aunque ya no gusten sus formas. 


Escrito por

Luis Zaldívar

Antropólogo, consultor, activista


Publicado en

Malarabia

Gestión cultural, política, bohemia