Pautas de Paul Ricoeur para estudiar el pasado
Anotaciones para un entendimiento de la fenomenología hermenéutica
¿Qué significa el recordar? ¿Qué implicancias tiene el olvidar en el análisis histórico? ¿Existe una forma de recontar los hechos de forma fidedigna? Estas son algunas de las preguntas que se hace Paul Ricoeur en su libro La Memoria, la historia y el olvido (2000), una de las últimas colaboraciones de este filósofo francés que recorrió por más de 50 años los surcos complejos de la fenomenología y se ha convertido en uno de sus principales exponentes de todos los tiempos.
Ricoeur nació en 1913 y desde pequeño fue un prodigio para las letras, ingresando a estudiar filosofía a penas terminada la secundaria y participando activamente en los círculos académicos de su época; para los años treinta era parte del círculo cercano del creador del método fenomenológico Edmund Husser, quien fue su influencia más importante. Este método, que hasta hoy tiene una relevancia importante en todas las humanidades, consiste en aislar el objeto de estudio de todos los supuestos y concepciones que el investigador pueda tener sobre éste, intentando interpretarlo en sí mismo describiendo su origen y tratando de neutralizar las ideas que se ven con “naturalidad” pero que en realidad son conceptos socialmente aceptados que pueden nublar la naturaleza real del objeto. Cuando estalla la segunda guerra mundial, Ricoeur es forzado a servir en el ejército francés, es capturado, y pasa la mayor parte de la guerra en un campo de concentración nazi traduciendo al francés la obra de Husserl.
Al terminar la guerra, Ricoeur estaba impresionado por la maldad del ser humano y la decadencia a la que el racionalismo de la modernidad había llevado a la humanidad; esto se ve reflejado en sus textos Lo voluntario y lo involuntario y El Simbolismo del Mal con los cuales obtiene mucho renombre por el rigor científico que impone a su fenomenología. En los años sesenta, como parte del giro lingüístico que se dio en las ciencias sociales y humanas, adopta la hermenéutica (originalmente utilizada para la interpretación de textos bíblicos) para analizar el discurso social y su significado. Con el método hermenéutico Ricoeur se propone analizar diversos objetos con una distancia que le permita un movimiento interpretativo constante que lo aplica a su discusión de la historia y la memoria.
Ricoeur rechazaba la idea de un conocimiento absoluto o definitivo del pasado, pero afirmaba que utilizando la metodología correcta sí se podía llegar a un objetivo cercano a la verdad; para ello, en su obra afirma que hay que recabar testimonios e interpretarlos para llegar a un entendimiento de la esencia de sus recuerdos y así evitar los abusos de la memoria y la imaginación En ese sentido, el coloca más énfasis en la pregunta “de qué se tiene recuerdo” por la otra pregunta ya más ampliamente contestada de “de quién es el recuerdo”. Para responder a la pregunta se refiere a la herencia filosófica griega, en donde Platón se refiere al recuerdo como la representación de una cosa ya ocurrida y por lo tanto irrecuperable, pero bebiendo de Aristóteles encuentra que si bien esa memoria es irrecuperable, la sensación o huella que deja el hecho puede ser recuperable coo un registro que espera la rememoración futura.
En ese sentido, en La Memoria y El Olvido se propone un esquema de binomios para hacer un análisis del campo semántico de la memoria, entre los que están hábito/memoria, evocación/búsqueda y reflexividad/mundaneidad, todas estas variables que pueden ser usadas para hacer un análisis que incluya la memoria corporal, los lugares y el espacio temporal en el que se dan. Así, el trabajo del investigador es obtener la cualidad veritativa de la memoria para conocer mejor el campo a investigarse.
La discusión que hace Ricoeur sobre estos temas resulta muy importante para el análisis social, dado que te provee con herramientas teóricas para el análisis cualitativo. Siguiendo las pautas descritas líneas arriba se puede interpretar de mejor manera el discurso generado por un colaborador o por otros investigadores respecto de una realidad que no podemos conocer in situ, reconociendo a la memoria de los informantes como fuentes coherentes de información si es que se toma la opinión de varios de ellos y se toma en cuenta el contexto de sus hábitos, sus otros recuerdos y todas las variables que puedan permitir que los testimonios se vuelvan más inteligibles. Tarea nada fácil pero necesaria para la investigación social.