La nueva política inicia en la universidad
Los resultados el 10 de abril han dejado a los partidos políticos en ‘cuidados intensivos’ al triunfar las opciones más personalistas y dejar a las más orgánicas en los márgenes de la agenda nacional. El PPC, Acción Popular y el APRA pasaron la valla electoral por estrecho margen; Patria Roja no participó del Frente Amplio y una serie de partidos menores como Perú Posible perdieron la inscripción, probablemente, para nunca más volver. Las elecciones muestran un Perú divido en muchas cosas, excepto en su rechazo por una política con características típicas del debate universitario (el discurso impetuoso, el debate descalificador, la comparación de propuestas), prefiriendo el lenguaje práctico del marketing y su énfasis en lo que los candidatos proyectan y no en lo que dicen o hacen.
Esta tendencia —que se ha venido intensificando en los últimos 30 años con las tecnologías de la comunicación—tiene su correlato en la desmovilización política de las universidades, con una juventud cada vez menos representada por gremios estudiantiles. Asimismo, los partidos políticos tradicionales reproducen los mismos vicios que los movimientos estudiantiles, por ejemplo: la falta de democracia interna, el poco respeto por la participación de los nuevos integrantes y la falta de objetivos a mediano y largo plazo. No debe sorprendernos pues que la gran mayoría de estudiantes son totalmente apolíticos, dado que el movimiento estudiantil —donde existe— normalmente solo sirve de plataforma para que algunos activistas se hagan conocidos.
Mucho se ha escuchado en los últimos años de una reforma electoral para cambiar el sistema de partidos; sin embargo, poco se habla de cómo la formación política inicia necesariamente en organizaciones sociales, sindicales y de forma especial en las universidades. ¿Cómo podemos esperar tener mejores partidos si sus representaciones estudiantiles son solo el reflejo del poder de la cúpula que los maneja? Para cambiar el sistema de partidos hay que estandarizar el sistema de representación en el Perú, asegurando democracia interna en todas las instancias y eliminando los fraudes y ‘anforazos’ que todo estudiante que hace política debe presenciar.
Ninguna reforma del Congreso para los partidos va a poder cambiar la realidad de la política a nivel del ciudadano, se tienen que dar reglamentos transversales que generen democracia interna y coaliciones programáticas en toda la sociedad. Para ello, se necesita que los estudiantes universitarios, también, quieran cambiar. Con más de 70 fujimoristas en el Congreso está garantizado que la reforma tendrá que venir de abajo.