En respuesta a los intelectuales fujimoristas
Hace unos meses me senté con el relacionista comunitario Ivan Arenas a esbozar ideas para una investigación sobre conflictos sociales basada en la premisa que en el Perú se enfrentan dos tipos de capitalismo: el capitalismo de los grandes capitales nacionales e internacionales que invierten en grandes cantidades y el capitalismo local de la pequeña y mediana empresa, mayoritariamente informal, que es el que emplea a la mayoría de peruanos. El intercambio de ideas nos llevó a teorizar que los llamados grupos antisistema no estaban en contra del liberalismo económico, sino que en su mayoría expresaban el rechazo de la economía capitalista local (agricultores, mineros informales, comerciantes, etc.) a inversiones que de concretarse afectarían su subsistencia. A Iván le gusta llamar a esta dinámica la de capitalismo contra capitalismo
Los resultados de las elecciones el 10 de abril parecen darnos la razón. Verónica Mendoza ganó todo el sur tradicionalmente antisistema apelando no a su formación socialista sino a la defensa de los intereses capitalistas locales por sobre las transnacionales, de igual manera Keiko Fujimori obtuvo muy buenas votaciones en Cajamarca, La Libertad y Piura representando al cholo norteño y no a los intereses mineros formales. Los análisis de Hugo Neira y Victor Andrés Ponce en el portal El Montonero apuntan a que el fujimorismo se ha convertido en una representación de ese capitalismo popular frente a lo limeño y extranjero, lo que explicaría su éxito como movimiento antisistema/nacionalista. Hace una semana leía a un amigo dirigente juvenil de Patria Roja describir su miedo a un gobierno de Keiko con respaldo popular diciendo “imagínate salir a marchar y encontrarte con una contra-protesta de comedores populares”.
Pero es un error darle al fujimorismo la categoría de nuevo partido multiclasita como ha dicho Hugo Neira . En primer lugar el fujimorismo ha demostrado no tener plataforma programática, los activistas fujimoristas están quedando en ridículo luego de atacar por años a Gregorio Santos y llamar a cualquiera antisistema para luego tomar sus banderas pensando sólo en la elección. En segundo lugar el fujimorismo no tiene su base social en la clase media ni representantes intelectuales, sino una red de alianzas regionales y locales que usan el capital político dejado por el fujimorato y lo capitalizan no con organización sino con clientelaje. Más importante aún, la intención de Kenyi Fujimori a postular el 2021 deja claro que no hay mayor organicidad fujimorista fuera de lograr el poder, lo que dista mucho de ser un partido que se pueda asimilar a una democracia consolidada que es a lo que debemos apuntar. El fujimorismo aglutina , pero no organiza
Lo que si es verdad es que PPK es apoyado demográficamente por lo que Ponce ha llamado de forma demasiado dura la reacción oligárquica , que es el veto al fujimorismo por representar a personas que la clase alta rechazan casi culturalmente. Sin embargo PPK también termina representando valores que son absolutamente esenciales en la construcción de la república, que son el rechazo a la corrupción, el clientelaje y la apertura a un mundo globalizado. Haríamos mal si pretendemos identificar a lo peruano con lo informal, con el egoísmo neoliberal y chicha que finalmente es lo que sí definitivamente representa el fujimorismo. PPk representa una alianza que sí puede llevarnos a un mejor país, que es la de la clase media educada, el capitalista citadino que quiere más comercio, el empresariado nacional y los sectores populares que se organizan no solo en base a elecciones sino en base a un proyecto de país. Esas son las opciones reales, el Perú puede más.