Mi renuncia al APRA
En honor a los mártires de la FAJ
Habiéndose cumplido 7 años desde las últimas elecciones internas en el APRA y al constatar que las tácticas dilatorias de la dirigencia han sido efectivas para aplacar los deseos de renovación, he decidido separarme definitivamente de la organización a la que le he dedicado la mayor parte de mi vida adulta. Es una renuncia simbólica, porque como casi todos los jóvenes apristas me he inscrito varias veces y nunca he aparecido en los padrones a pesar de haber sido dirigente en mi distrito y haber sido parte de varias instancias partidarias a nivel nacional. Como máxima muestra del desorden que existe en el partido al que mi padre y mi abuelo dedicaron su vida, no tengo ni siquiera frente a quien renunciar.
La semana pasada me pidieron ayudar a escribir una visión del partido hacia el bicentenario. A la vista de los hechos la única visión posible es que el partido otra vez pactará con movimientos regionales y municipales en vez de apostar por candidatos propios, terminará de perder presencia municipal el 2018 y llegará moribundo a formar parte de un frente filofujimorista el 2021. Estoy muy orgulloso de haberme opuesto a las decisiones que nos han llevado a la situación actual, pero también he contribuído mediante mi cerrada defensa a la institución a que la situación continúe, lo cierto es que ya no puedo seguir diciéndome aprista y al mismo tiempo callar mientras que Alan García y compañía torpedean a los candidatos apristas para que sus socios ganen elecciones.
Si bien me voy triste, de ninguna manera estoy arrepentido de estos 7 años de militancia, gracias a la cual pude dar charlas y capacitaciones en varias universidades, conocer el país, aprender la importancia de la tolerancia y diálogo y hacer muchos contactos. Nunca hice dinero de la política, pero sí he ganado mucha experiencia que ahora me está siendo útil para organizar al movimiento de izquierda democrática en Estados Unidos. Las ideas y el ejemplo de los mártires del partido siempre estarán conmigo, y estoy seguro que la misma consecuencia que llevó a una generación de peruanos volcarse por la democracia nos guiará para lograr la justicia y la unión de los pueblos de América Latina.
Por último, quiero aclarar que ninguna organización política de alcance nacional actual es de mi simpatía, nadie hace el trabajo de capacitación cívica, formación política o el trabajo voluntario de organización en el que yo he sido formado. Sí siento que hay una gran esperanza en la juventud peruana, que es la generación más educada de la historia, y me siento representado por todos los que donan su tiempo para servir a los demás. A la distancia, todos esos esfuerzos cuentan con mi apoyo.